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viernes, 20 de mayo de 2011


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"HOGARES CELESTIALES, FAMILIAS ETERNAS"




Un hogar es mucho más que una casa construida de madera, ladrillos o piedra. Un hogar se edifica con amor, sacrificio y respeto. Nosotros somos responsables del hogar que edifiquemos, y debemos edificar con sabiduría, ya que la eternidad no es un viaje corto. En él habrá tranquilidad y viento, luz del sol y sombras, alegría y pesar, pero si de verdad nos esforzamos, nuestro hogar puede ser un pedacito de cielo en la tierra. Lo que pensemos, lo que hagamos, nuestro modo de vivir no sólo influyen en el éxito de nuestra jornada terrenal, sino que también señalan el sendero hacia nuestras metas eternas.
Algunas familias Santos de los Últimos Días están formadas por la madre, el padre y los hijos, todos viviendo dentro del seno del hogar, mientras que otras han visto alejarse primero a uno, luego a otro y a otro de sus miembros. A veces una sola persona constituye una familia; pero cualquiera sea su composición, continúa siendo una familia, porque las familias son eternas. 


Podemos aprender del Señor, el Supremo Arquitecto. Él nos ha enseñado cómo edificar, y dijo que “toda… casa dividida contra sí misma, no permanecerá” (Mateo 12:25). Más tarde, advirtió: “He aquí, mi casa es una casa de orden… y no de confusión” 
¿Dónde podríamos encontrar un diseño más apropiado para establecer sabia y adecuadamente nuestro hogar? Este diseño cumpliría con las especificaciones descritas en Mateo, una casa edificada “sobre la roca” (Mateo 7:24, 25; véase también Lucas 6:48; 3 Nefi 14:24, 25), capaz de resistir las lluvias de la adversidad, los ríos de la oposición y los vientos de la duda que se encuentran presentes en todas partes del mundo cambiante y lleno de desafíos en el que vivimos.
Yo les respondería: “¿Acaso el apóstol Pablo no dijo: ‘¿No sabéis que sois templo de Dios, y que el Espíritu de Dios mora en vosotros?’ ” (1 Corintios 3:16).
Dejemos que el Señor sea el Arquitecto Maestro de nuestro proyecto de construcción. Entonces cada uno de nosotros será el constructor responsable de una parte vital de ese proyecto, y por esa razón todos podremos ser constructores. Además de edificar nuestro propio hogar, también tenemos la responsabilidad de edificar el reino de Dios sobre la tierra al servir de manera fiel y eficaz en nuestros llamamientos de la Iglesia. Quisiera brindar algunas pautas que provienen de Dios, de las lecciones de la vida y algunos puntos que debemos considerar a medida que empecemos a edificar.